miércoles, 5 de octubre de 2011

Los "borrados" de Alcalá

A la entrada de la Casa de la Cultura, o para ser más exactos, del antiguo matadero municipal, se encuentran arrumbados en el suelo dos relieves. Los han dejado allí a medio camino, como en un quiero exponerlo pero no merece la pena; entre un sí, que estén a la vista y un no, pero sin muchas alharacas. No tienen importancia arquitectónica. Parecen incluso moldes hechos ex profeso para adornar algunos huecos de fachada. Lo curioso de estas dos medias lunas es que los rostros de sus respectivos personajes están desconfigurados, por decirlo de una manera mucho más elegante y actual -desde el punto de vista informático-, que machacados. Alguien, no se sabe bien si simplemente como venganza iconoclasta o puro gamberrismo del que aquí existe a raudales, ha borrado sus caras parece que a martillazos. De hecho, el armazón de hierros que consolida las esculturas está oxidándose a la intemperie.


Las dos figuras de torso desnudo vistiendo túnicas de forma clásica, pueden ser consideradas el nuevo emblema de Alcalá de Guadaíra. Ni San Mateo ni torre del Castillo ni niño muerto: los “borrados” de Alcalá. Los que perdieron la cara original y ahora no son nada más que restos en las antiguas salas de despojo animal. Los que otrora fueron algo importante y ahora son del aluvión, a medio camino entre desguace y chatarra del montón.



Así es nuestro pueblo después de 30 años de municipalismo democrático: un continuo “borrado”. De su idiosincrasia, de su cultura, de sus tradiciones, de sus gentes, de sus calles que levantan para cambiar adoquines por placas de granito que se rompen a los tres meses de colocarlas. De sus casas que tiran para construir horrendos apartamentos con balcones llenos de rejas carcelarias y cuartos de baño con una ventana redonda hecha con un neumático. De fachadas naranjas fosforito o azul añil como escupitajos a la cal de Morón. Esta es nuestra realidad. La que hemos perdido gracias al empeño y la desidia de nuestros dirigentes municipales que han demostrado saber de muchas otras cosas, pero no la más importante, conservar un pueblo, al que han ido difuminando lentamente hasta perderle incluso la mirada.




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