miércoles, 8 de febrero de 2012

Sé sólo feo por 39 euros al mes

Prospecto de un gimnasio de Alcalá de Guadaira




“Gordo, feo, diplomático, noble y rico: que otra cosa puedo ser si no de derechas”. Esta es la frase de Agustín de Foxá que me vino a la mente cuando esta mañana me encuentro en el parabrisas de un coche el panfleto que nos ilustra: “¿Harto de ser gordo y feo. Sé sólo feo por 39 euros al mes”. Hay que reconocer la originalidad del anunciante del gimnasio. Pero claro, quién le dice a esta juventud idiotizada por los vendedores mercachifles de Beckhams, que aparte del culto al cuerpo también existe un espíritu que hay que alimentar todos los días si queremos pertenecer a una sociedad de hombres libres. Cierto es que no son excluyentes la mente sana en cuerpo ídem, pero pareciera que las humanidades y la gimnasia del pensamiento han quedado relegadas a un segundo plano. Ya no importa la literatura, ni las bellas artes, tampoco la filosofía, solamente este mundo cambiante de tecnología, rapidez, y ocio. Ahora todo se simplifica y banaliza. Lo útil y lo que no lo es, los buenos y los malos. Y el conde de Foxá y marqués de Armendáriz (1906-1959) que abre esta entrada, pertenece, gracias a la memoria histórica de los que ni siquiera lucharon en la Guerra Civil Española, a la segunda categoría. Prescrito por la social progresía de Izquierda Unida en Sevilla, cuando prohíbe un acto literario aduciendo que era un fascista autor del “cara al sol”, cobra gracias a los sectarios más protagonismo que nunca. Seguro que los “cama aradas” desconocen la vertiente artística de este gran escritor y periodista. Ni siquiera les ha dado por indagar en la difícil convivencia que tuvo con el régimen franquista al que tanto odian. Para ellos, y para los que están descubriendo a esta joya obligatoriamente olvidada, dos versos. El primero es una crítica feroz y despiadada contra una familia de postín en Jerez, los Domecq. El segundo es su despedida, cuando postergado al último rincón de la diplomacia para quitárselo de en medio, escribe su postrera despedida.


Horda del sur envanecida y boba
que venís con el pelo de la dehesa
para adorar a estúpidas marquesas
que a cambio de dinero os dan coba.
Tratantes de la baja Andalucía
que usáis de propaganda la tajada
y presumiendo de genealogías
es vuestro escudo una marca registrada.
Forman vuestra corte de adulones
artistas, tortilleras, maricones,
el cuerpo diplomático y Cortés.
Estampa de una España en pandereta,
¡id con vuestro dinero a hacer puñetas!,
oh, Borgias de los vinos de Jerez.



Y pensar que después que yo me muera
aún surgirán mañanas luminosas,
que bajo un cielo azul, la primavera,
indiferente a mi mansión postrera,
encarnará en la seda de las rosas.


Y pensar que, desnuda, azul, lasciva,
sobre mis huesos danzará la vida,
y que habrá nuevos cielos de escarlata,
bañados por la luz del sol poniente
y noches llenas de esa luz de plata,
que inundaban mi vieja serenata,
cuando aún cantaba Dios, bajo mi frente.


Y pensar que no puedo en mi egoísmo
llevarme al sol ni al cielo en mi mortaja;
que he de marchar, yo solo hacia el abismo,
y que la luna brillará lo mismo
y ya no la veré desde mi caja .

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