sábado, 17 de marzo de 2012

Todos los accesos a Cádiz están cortados

El puente de Carranza, bloqueado por la manifestación

“Todos los accesos a Cádiz están cortados”. Y se quedan tan anchos. Apenas treinta kilómetros antes de llegar a la tacita de plata, lo anuncian los paneles esos tan monos de luces donde nos avisan del accidente del coche ese que siempre cae del mismo lado y que nunca corresponde con la realidad o de que hay obras y debemos reducir la velocidad (pocas veces de un control de alcoholemia o de un radar). Sintonizo Radio Nacional, y efectivamente, no se puede entrar en Cádiz. ¿Un tsunami? ¿Quizás un terremoto como el de Lisboa de 1755 que rompió todos los muros de defensa y el agua arrasó la ciudad? ¿Teo se desmelena y por llamar la atención de la Pepa ha prohibido la entrada a todos los que no sean liberales y gaditanos?


Teo ultima los preparativos para la Pepa


No. Parece mentira. ¡Es la carga de trabajo, qué no te enteras! ¿Y eso qué es? (como si el trabajo no fuera ya de por sí una carga). Pues es lo que piden a gritos tres manifestaciones desde tres puntos diferentes (los astilleros de San Fernando, Puerto Real y el mismo Cádiz) para que no les falte curro. Y como no tienen otra forma de protestar deciden que hoy, cuando escribo estas líneas, viernes 16 de marzo, hay que bloquear la ciudad y que no entre nadie salvo ellos, que se lo merecen. ¿Pero cuántos son? Y eso que importa. Ellos dicen que 1750. Habrá que ver lo que apuntan otras fuentes. Pues nada, aunque lo fueran, tienen todo el derecho a tomar como rehenes a los 80.000 gaditanos de la capital y paralizarla. Consultas de médicos anuladas, juicios suspendidos, repartos fallidos… No importa. Son los sindicatos y tienen la anuencia de la delegación del Gobierno que vez tras vez se baja los pantalones y permite que nos tomen de nuevo el pelo.


Estación de cercanías de Puerto Real


Procuro acercarme todo lo que puedo a la ciudad antes de que la Guardia Civil ya no me permita seguir más. “¿De qué forma puedo entrar que no sea en coche? ¿Hay autobuses o taxis?”, inquiero al benemérito. “O por barco o por tren”, me responde, “vaya a Puerto Real y allí pregunte por la estación, que está bien indicada”. Pues ni lo uno, ni lo otro. Ni está indicada y preguntar es poner en apuros a la juventud mejor preparada de la historia de España. ¿Qué no me creen? Después de dar más vueltas que una peonza interrogo a un chaval de un grupo de escolares, dieciséis, diecisiete años, como ir a la estación. Respuesta: “No se lo sé explicar”. “Pero es que no sabes dónde está o cómo llegar”, dudo sin salir de mi asombro. “No, es que es muy difícil de explicar y no sé”. Punto. Nadie de los colegas se toma la molestia de intentarlo. (¿Por qué no en vez de Educación para la Ciudadanía, educan a esta para que sepa hablar en público?) Luego nos extrañamos de que personajes como Laura Gómiz, la moza de Invercaria, reconozca en un juicio que, efectivamente, “son mis palabras” las grabadas en la cinta que obra en manos de los jueces, “pero no mis pensamientos”. Al final sigo a un huevero de reparto, sin ánimo de faltar que aún le estoy infinitamente agradecido, que opta por practicar la táctica del sígame, que nunca falla. Y aquí estoy, esperando el cercanías, 3,40 “leuros” el ida y vuelta, para dar el rodeo más estúpido para entrar en Cádiz por San Fernando y retrasar media hora más mi cita. ¿Para qué quieren los gaditanos un segundo puente si tres sindicalistas y medio pueden sitiar la ciudad?

Viaje en tren por la Bahía


El tren, como era de esperar, hasta los topes de imbéciles que no han consultado en la página oficial de los sindicatos si hoy se podía circular libremente o había que desperdiciar toda la mañana dando vueltas para que ellos pudieran reclamar democráticamente su “carga de trabajo”. Luego hablamos de los pilotos de Iberia y los controladores aéreos. En total, cuatro horas y media perdidas incluyendo los tiempos muertos del tren.

Pues yo, que quieren que les diga, que visto lo visto, el 29 trabajo, así me levante con jaquecas de caballo y 40 de fiebre. Que les vayan dando.


Como para extrañarse


No hay comentarios: