lunes, 30 de abril de 2012

EL PUENTE NUEVO MÁS VIEJO

El puente antes y después de la reforma

     El puente nuevo de Alcalá es el más viejo. Ha recuperado, como un invidente, la luz, y disfruta a partir de ahora de dos ojos más para ver pasar sus mansas aguas debajo. Las mismas que muelen nuestras horas y los días aciagos que nos ha tocado padecer en esta ciudad de un paso adelante y dos atrás. Al puente nuevo más viejo le llaman el romano, pero nadie tiene constancia de que las piedras actuales daten de esa época augusta para Hispania y la Bética; su Derecho, sus vías, su administración, aún perviven entre nosotros, y mirad que han pasado suevos y vándalos con cuchillos y sangre entre sus manos. Los mismos que destrozan nuestro patrimonio cada vez que atentan contra los molinos harineros que se restauran para goce de nuestros sentidos.
     Carlos III, duque de Parma, rey de Nápoles, de Sicilia y de España, puede dormir a partir de ahora aún más tranquilo. Porque el mejor alcalde de Madrid fue también el que le puso nombre y data a nuestro viaducto alcalareño. Ahora, nosotros, le pedimos al Borbón perdón por las reformas y añadidos, y se lo devolvemos dos siglos después, “lavaito” y sin adornos. Listo para pasearnos y rezar para que Nuestro Padre Jesús Nazareno lo cruce todas las madrugadas del jueves al viernes santo. “Majestad, lo sentimos mucho, nos hemos equivocado, no volverá a ocurrir”. (Al menos, mientras no vengan políticos desaprensivos con el taco en el bolsillo; hecho, este último, que tardará un tiempo prudencial en regresar, de lo primero lo mejor es no apostar).
     El puente nuevo más viejo es el antídoto del del Dragón, esa molicie que pide a gritos que no se repitan mamarrachos; una aspirina para una mala digestión, un pequeño candil de aceite en medio del deslumbre alucinógeno del desarrollismo a cualquier precio. Esto nos ha dado un halo de esperanza. Llegará un día que veamos saltar a los chavales desde el pretil de nuestra pasarela más vieja buscando el agua más fresca y joven del estío. Mientras esto no ocurra, pintar y cantar al puente nuevo más viejo. Es otra forma de inmortalizarlo para no tener que disculparnos de nuevo.


PUBLICADO EN LA VOZ DE ALCALÁ EL 1 DE MAYO

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