viernes, 18 de mayo de 2012

Los demófilos y los demócratas

Así quiero ser (II)


Los demófilos son los amantes del pueblo. Los demócratas son los partidarios de que sea el pueblo quien gobierne. Se puede ser demófilo y no ser demócrata; es decir se puede amar al pueblo y no ser partidario de que estén en sus manos las altas jerarquías del mando de la nación. ¿Por qué? Porque no está preparado para desempeñarlas.
Hay quien sabe montar un Ministerio y no sabe montar un reloj. Y existen infinitas personas que saben montar un reloj y no sabrían montar un Ministerio. Nunca se sabe una cosa sin haberla aprendido antes.
El saber gobernar una nación es una cosa que sólo conoce el que la ha estudiado y aprendido.
Encomendar al pueblo, que no ha estudiado ni aprendido el difícil arte de gobernar, la responsabilidad de dirigir un Estado, es una insensatez o una maldad. Quien ame de veras al pueblo no declinará sobre sus espaldas esa carga con la que no puede.
No debemos ser demócratas, sino demófilos, y por eso debe gobernar la nación quien más valga, y el que más vale es el que se impone por su sabiduría y sus virtudes.
Para regir una nación están preparados muy pocos. Dirigir bien una familia no es fácil; dirigir una fábrica o empresa es menos fácil todavía. Para dirigir una nación aún se necesitan condiciones superiores.
Yo no quiero que dirijan a España hombres que sólo tengan buena voluntad; no basta. Quiero que tengan además talento y sobre todo, genio director, genio de gobernante. El más patriota y genial será el mejor. A ése sólo quiero


Con genio de director, genio de gobernante, resuelto el problema de gobernar

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