lunes, 14 de mayo de 2012

POBRE INGLÉS

    Mira que enterrarse en un pueblo que doscientos años más tarde no sabe ni cómo se escribe su nombre, si es John o Jhon, si es Colquit con una te o con dos. Para eso lo mejor era permanecer en el anonimato, haberse seguido llamando “el inglés”, con tu cruz pero sin tus “avíos” ¡Qué manera de poner este Ayuntamiento en solfa el trabajo de cuatro desinteresados que se creyeron que se podía hacer algo por el patrimonio de esta ciudad! Con su “nonumento” han dejado a la altura del betún todas las gestiones, llamadas de teléfono, visitas, entrevistas, fotografías, viajes, estudios, investigación… sobre la Cruz del Inglés. Pero esto es lo que hay. Unas placas que parecen labradas después de una boda gitana como las de antes de la crisis. No les falta “de ná”: letras bailadas, faltas de ortografía, erratas, imprecisiones… Nadie supervisó pruebas antes de labrarse el mármol.
    Esto es el símbolo de los nuevos tiempos, de los defensores a ultranza del gasto público a espuertas. Dinero gastado con nuestros impuestos sin el más mínimo control de calidad. El todo vale de la obra pública. ¿Ejemplos de este municipio? Los que quieran. Árboles recién trasplantados que se secan por falta de mantenimiento, losas de pavimentos que se hunden en la biblioteca más grande de la comarca apenas recién inaugurada, aceras rotas sin haber transcurrido un año de haber salido en la foto el mandamás cortando la cinta, acústica de pena en el auditorio con más cabida de los Alcores, tranvías que nunca llegan…
     No, no se trata de hacer sangre de un error humano, porque todos los tenemos. Es que ésta es la Alcalá que heredamos. Ni quinientos metros más abajo, bajo los arcos por donde pasaba el tren de los panaderos, hay una placa que deja constancia del coste del puente de Carlos III. (Qué sana costumbre). Ni una errata, y era el año de 1780, donde habría el doble de analfabetos que hoy de parados. Pero, ¡ah, amigo!, la obra se realizó “a expensas de los caudales públicos”, cuando esas palabras debían tener un sentido mítico y sacramental.

Detalle de uno de los bancos de la plaza de el Duque

PUBLICADO EN LA VOZ DE ALCALÁ EL 15 DE MAYO

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