martes, 7 de agosto de 2012

LA OTRA BOLSA

En esos muelles de Conil, Isla Cristina, Barbate... está lo más granado de la dignidad y la honra andaluza


Los hijos de la mar con el producto de su trabajo

Por ahora son muy pocas. Apenas una decena de personas en cada pueblo costero. La mayoría de ellas, mujeres. Y no por aquello de la representatividad, o cuotas o demás milongas. Simplemente porque ante esta dramática situación, en la que no hace falta que venga Cáritas para que la califique como miseria, son las madres o esposas de los más desfavorecidos por la crisis, las únicas capaces sin despeinarse un ápice en su orgullo femenino, de aguardar estoicamente con la bolsa en la mano. Sí, la de plástico que nuestro Gobierno autonómico nos cobra, no la de valores que cotizan un día al alza y otro a la baja para susto de pudientes y medianos ahorradores. Sus recursos económicos han caído ya en picado y no tienen más remedio que esperar en los puertos andaluces a que los trabajadores de la mar acaben su faena de descarga y clasificación del pescado. Entonces, extienden sus manos para que les caigan unas cuantas sardinas o caballas estropeadas. Son el desperdicio de la pesca. El que estaba destinado a las gaviotas cuando jugábamos con ZP en la Champions League. El que se quedaba en el suelo a la espera de que viniera el barrendero cuando la Andalucía imparable de no sé ya cual modernización. Allí están ellas, recogiendo con una dignidad tan humilde que sobrecoge, el resto que no puede salir al mercado, no porque esté estropeado sino dañado. No se pelean, ni gritan. Saben perfectamente en el orden que han llegado y cuál es su turno. Y que por ahora, Dios lo quiera y el número de necesitados extremos no vaya en aumento, hay suficiente para todas.
Ellas, que no entienden de fórmulas para bajar la prima de riesgo, seguro que se saben mil y una recetas para no repetir el mismo plato con la misma materia y poder engañar el paladar de sus hijos y esposos parados. Allí, en esos muelles de Conil, Isla Cristina, Barbate… está lo más granado de la dignidad y la honra andaluza. La que es capaz de devolver la sonrisa todos los días a los miembros de su desgraciada familia con un pastel de jureles o sabrosos boquerones en vinagre reventados y partidos.
Van vestidas muy sencillas y caminan altivas. Si algo han aprendido de esta vida es que más vale pedir sin agachar la cabeza que robar. Esto último no les trae cuenta. Es un privilegio para los ricos de cuello blanco, los que operan con cifras que marean; o los que tienen una organización política detrás que les excusan, amparan o justifican, porque empezaron detrayendo para el partido y acabaron desviándolo a su bolsillo. Sí, son pocas, afortunadamente. Pero existen y no se esconden. Por mucho que no interesen a los sindicatos de clase, ni a los políticos. Por no importarles ni siquiera a Canal Sur como fenómeno social, no vaya a ser que alguno de sus directivos se moleste y lo tome como una afrenta, una burla, un vituperio a esta Andalucía social y de progreso que tan bien les pagan, por ahora, todos los finales de mes.

Desde el puerto de Isla Cristina

PUBLICADO EN ABC DE SEVILLA EL 7 DE AGOSTO DE 2012

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