lunes, 22 de octubre de 2012

Merienda vegana en Sevilla

Ansioso por saber qué es un taller de banderas negras

Un vegano, que lo sepan, no es el habitante de La Vega, en la República Dominicana, como dice el diccionario de la Real de la Lengua. Un vegano es más que un vegetariano. Excluyen de su dieta no solamente la carne y las aves, sino también el pescado, los huevos, la miel, la leche animal y sus derivados. Dicho esto, la merienda vegana que anuncian los anarquistas del cartel en Sevilla debe ser para chuparse los dedos. Por si sirve de referente, también había una variedad de cóctel sin alcohol, que suena como a discotecas de viernes a la seis de la tarde para menores de edad con posibles.

Les juro que cuando vi el afiche creía estar ante una reivindicación de empleadas del hogar. Así me dio la impresión esa dama con delantal mitad conductora de las masas revolucionarias del 1789 francés, mitad catalana barretina a la cabeza y la pluma en la otra mano para firmar el acta de adhesión a la nueva Europa como país 22. Pero no, son los nuevos anarquistas del siglo Ipad, Iphone, Irreal, que, no se lo pierdan, “lucharán contra la propiedad privada, el principio de autoridad, el Estado, la política, la religión y contra todos aquellos poderes que obstaculizan la total emancipación del ser humano”. (Se lo escribo por si no lo leen, que a mí también me cuesta).

Estos lindos propósitos de paraíso en la tierra me recuerdan a esas discusiones de juventud que teníamos entre los chavales de la transición política, cuando a los ácratas les preguntábamos, “¿y en vuestro ilusorio mundo, quién recoge la basura y hace el trabajo sucio?” Si hubiéramos adivinado el dinero que se podía llegar a manejar con las concesiones de los servicios de limpieza municipales…

Hombre, qué quieren que les cuente, entre los chavales del mayo negro del Centro Social Okupado (no, no me lo subrayes Word, que ya lo admite la Academia con k) y Autogestionado Sin Nombre, y las milicias FAI de El Campesino o Durruti de hace unos añitos, me quedo con estos, que duda cabe, aunque tengamos que comer todos los días verduritas, lechuguitas y beber leche de soja. Al menos, nos respetarán como animales que también somos. Digo yo.

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