lunes, 21 de abril de 2014

Respuesta de Arturo Pérez Reverte al señor Arturo Mas

"Argumentos nacionalistas, paletismo local"


¿Y a mí qué me cuentan? Quisiera que alguien me explique de una
puñetera vez qué pretenden decir con esa murga de "es que yo soy de aquí, y
no soy de allí"
que le salta a uno a la cara cuando abre un periódico, o enchufa la tele, o la radio.
Porque, a ver, ¿Dónde diablos es aquí y dónde es allí?

Y cuando se invoca un hecho diferencial como si fuese palabra mágica, ¿estamos hablando de diferencias con quién? Porque si de lo que se trata es de ser diferentes, el de arriba firmante es tanto como el que más.

Y a la hora de plantear argumentos nacionalistas, paletismo local o factores
raciales e históricos no estoy dispuesto a dejarme achantar por nadie.

Puestos a ello, puedo ser tan poco español o tan cantamañanas como
cualquiera. Porque vamos a ver. Si de lo que se trata es de marcar paquete, diré
que yo, por ejemplo, soy de Cartagena: una ciudad que tiene tres mil
años de historia y que podría abastecer de solera a media Europa.
Fue capital de la España cartaginesa
, y capital de cada una de las cinco
provincias romanas de Hispania. Mis antepasados eran griegos, fenicios y
cartagineses; y cuando de jovencito me zambullía en el mar, sacaba ánforas
que llevaban veinte siglos allá abajo, enfrente de mi casa.
En cuanto a raza también soy distinto, porque mi RH positivo es mediterráneo, antiguo y sabio. Y puestos a eso, me siento más a gusto en un cafetín moruno de Tánger o bebiéndome un vaso de vino con aceitunas bajo una parra griega, que en la Gran Vía de Madrid, El Sardinero, Las Ramblas o la plaza mayor de Trujillo.

En cuanto a peripecias históricas, pues bueno. Mientras los
comerciantes, los campesinos y la gente de la iglesia y de la paz se iban al
interior - a Murcia- para esquivar las incursiones de los piratas
berberiscos, mis architatarabuelos se quedaron en la costa a pelear. Y
cuando la primera república, el Cantón de Cartagena se autodeterminó por las
bravas, acuñó su propia moneda
, poseyó su escuadra, y al aparecer las tropas
centralistas no se desbandó como una manada de conejos, sino que resistió
seis meses a cañonazo limpio.Y en lo que se refiere a lengua propia, cierto
es que no hay una nacional cartagenera; pero los críos, antes de tener uso
de razón, saben leer en las piedras inscripciones en latín
. Y mucho
podríamos discutir sobre si decir: "deme sinco sentímetros de sinta de senefa
asul" o blasfemar con la barroca riqueza léxica del habla cartagenero es
un hecho diferencial lingüístico de cojones...

El tío Mas
En cuanto a agravios, para qué les voy a contar. Hoy, Cartagena es una ciudad industrialmente desmantelada, deshecha por el paro, con menos alternativas que un bocadillo de mortadela en Ruanda. A los cartageneros no es que los hayan puteado histórica y sistemáticamente el gobierno central, las monarquías austriaca y borbónica, la dictadura franquista o los cien años de acrisolada honradez. A los cartageneros nos han hecho la puñeta la administración fenicia, la griega, la de Roma, la bizantina, los suevos, los vándalos, los alanos, los visigodos, el califato de Bagdad, el de Córdoba, el Cid Campeador, los reyes de Castilla, los de Aragón, Napoleón
Bonaparte, el general Martínez Campos, la primera y la segunda repúblicas, y todo el que pasó por allí. Mis antepasados pagaron impuestos, palmaron en la Invencible, Trafalgar, Santiago de Cuba, Filipinas, Annual. Y a cambio, como
el resto de los españoles, recibieron hostias hasta en el cielo de la boca. Cierto es que fueron cómplices y actores en empresas imperiales de la España centralista castellana. Pero cuando vas y abres los libros de historia, compruebas que en cualquier batalla de Flandes, en cualquier episodio colonial de América, en cualquier aventura española en Nápoles, Sicilia, norte de África o Constantinopla, los apellidos de los capitanes, soldados, marinos, comerciantes y frailes eran también, y no pocos, vascos,
catalanes, gallegos, navarros, mallorquines y etcétera.
En esta galera hemos remado todos, y a todos nos han dado infinitas veces por detrás y por delante. Aquí no hay víctimas de primera y de segunda clase, y sólo a los muy canallas o a los muy imbéciles se les ocurre trazar líneas divisorias
con tan irresponsable arrogancia. ¿Diferentes? Claro que sí. No sólo van a serlo tres o cuatro chantajistas bocazas. Aquí todos tenemos motivos para piarlas, y cuando llueve se moja todo cristo. Así que, para diferencia, la mía y la de la madre que me parió. A ver qué se ha creído esa panda de
gilipollas.

ARTURO PÉREZ REVERTE


La voluntad de un pueblo, o el nuevo Moisés

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