El grito |
No,
no lo digas,
actúa
siempre;
reacciona
entonces
sin dudas,
niégate
a ser
impotente.
No,
no te sientes,
adelanta
tus manos,
ponte
en pie
y sonríe
insolente.
Aléjate
de todo
lo que sea
contemplar
tu historia
de manera
huera,
indiferente.
Sí,
mueve
el cuerpo,
con nudillos,
duro,
golpea,
sin detenerte,
que no te venzan
el tiempo,
el desánimo,
la indolencia
o la muerte.
Sí,
toma
aliento,
mira
firme
y grita
inmisericordemente,
cuando
te disguste
lo que veas,
no seas
paciente.
No,
agítate,
soliviántate.
No mires
de soslayo
a los otros
sino de frente.
Que
tus ojos
sueñen,
porque la vida,
mañana,
puede
también
ser diferente.
DOMINGO CARBAJO VASCO
Madrid, 24 de junio de 2014
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